miércoles, 14 de mayo de 2008

Cada cosa en su lugar

Es de noche. Hora de dormir. Franny llora. Se queja. Está triste porque el papá se va de viaje. Está triste porque vive en dos casas.
Conversamos un rato. Le enumero una serie de beneficios secundarios.
Franny, enojada:
-¡Estamos hablando de tristezas, no de alegrías!

2 comentarios:

marina dijo...

genial. simply genia.

Nurit dijo...

Entiendo a Franny.
Mis papás, antes de separarse definitivamente a mis 14 años, se separaron ocho veces.
Conocí ocho casas de mi papá (lo de mi abuela y hoteles en el medio, of course) desde que era una beba. Hasta que me mudé sola nunca sentí que tuve mi propio espacio.
Son cosas que pasan y duelen, pero todo sirve. Lo bueno es que estén las cosas claras. O sea que Franny sepa que las dos casas son suyas.
Y lo de los beneficios, a veces sirven, a veces no. En una de las casas que había alquilado mi papá había un altillo, la felicidad como momento fugaz en un altillo.
No hay mucho más para decir. Lo bueno es que los niños de padres separados tienen otra forma de ver el mundo
besos!